Silbidos~ Parte tres.

Las clases habían terminado y nuevamente me disponía a enfrentar aquel frió nostálgico que aquejaba a esta humedad ciudad, las calles siempre están en movimiento, personas que van y vienen apurados, con sus trajes impecables y su inexpresiva mirada, realmente los noto algo cansados -la rutina no es nada agradable- diria que casi desanimados, cuantos problemas perfilaran en sus acomplejadas mentes, cuantas personas sufriendo miles de situaciones en sus pensamientos...

-Cheee! volve! -Me gritaron al oído-

En ese momento volví a la realidad -por momentos suelo irme, bueno todo el tiempo- y vi a mis compañeras de frente hablándome, esperando un respuesta a lo que ya me habían comentado mientras caminábamos por los vacíos y fríos pasillos de la facultad.

-Perdón no te escuche, estaba algo ida.. -me excuse en un tono bajo algo avergonzada-
-Siempre lo mismo vos che, que tanto podes llegar a pensar? -replico una de ellas entre suspiros-

Realmente ya llevo varios años conociéndolas y aun no sabemos mucho las unas de las otras, es un grupo bastante sensato a decir verdad, al menos podemos mantener charlas largas y tendidas de temas muy variados y para nada triviales -ciertamente siempre son muy entretenidas aunque muchas veces solo me detengo a escuchar- aunque la mayoría de ellos tienen que ver con algo relacionado a la facultad.

-Tampoco que vivo en una nube muchachas. Ya, Déjenme en paz! -me queje a modo de chiste-

Reímos ante mi comentario y finalmente tomamos el ascensor, bajamos los seis pisos, molestándonos dentro del mismo, empujándonos, apagando la luz, siempre alguna termina gritando cuando las puertas se abren en en planta baja haciendo reir al de seguridad

-Hasta luego -dijimos todas en coro-
-Que les vaya bien -nos respondieron de adentro mientras se cerraba la puerta-

Una vez en la entrada todas nos dividimos en dos bandos, cuatro para la derecha y tres hacia la izquierda.
Adivinen, si, yo voy en el grupo de la izquierda, llegando a la esquina siempre quedamos dos que nos hacemos compañía un par de cuadras, para pasarlas mas rápido. Me despedí de mi compañera en la esquina y perfile hacia mi edificio. Realmente es agradable esta zona, espero no irme muy lejos de acá el día que ya no pueda pagar y tenga que mudarme -Hable casi murmurando para que nadie escuchara-

Abrí la puerta de mi departamento -BUEEEEENAS- aunque nadie me espera en el, tengo la extraña manía de saludar al entrar, cerré la puerta con las dos llaves, signo de que no volvería a salir de el hasta el otro día, deje la mochila a un costado de la cama y me tire en ella con un gran aire de pesadez, disfrute del silencio unos minutos, solo se escuchaba el sonido del reloj sobre la pared quien estaba marcándome los segundos en que me mantuve en la misma posición, gire para enfocar mi vista en el techo, cuantas veces ya vi el mismo techo, cuantas veces ya conté las mimas manchas Esto ya se vuelve aburrido -refunfuñe como una cría girando hacia la pared-

Me propuse dormir una hora antes de sentarme de nuevo en esa silla -esa silla pasa mas tiempo conmigo que otra persona- a trabajar en mis proyectos de la facultad.
Al cerrar los ojos volví a verla, esos labios brillantes, esa sonrisa dulce, esa mirada tranquila, aquel cabello semi corto que se movía con la brisa fresca del medio día. Mordí mi labio con dureza para dejar escapar aquel pequeño pero lindo estrés que me producía recordarla, sabiendo que era casi imposible volver a verla, miles de personas habitan esta ciudad, solo con un milagro lograría encontrarla.

La noche transcurrió como siempre, cene frente a la notebook leyendo uno que otro dato curioso en Internet, escuche música, trabaje en mis proyectos hasta muy tarde o por lo menos hasta que alguna hilacha de sueño se hiciera presente en mi -tengo algunos desordenes de sueño- para poder dormir un par de horas, mínimo.
A la mañana siguiente la rutina venia igual que siempre, pero me propuse cambiar aunque sea algo, que por mas pequeño que era, podía significar un gran avance para mi:  Hoy voy a desayunar afuera -dije realmente animada-. Guarde mi notebook en la mochila, tome mi abrigo, mi mp3 y me dispuse a salir, camine un par de cuadras cerca de casa, hacia un tiempo había visto un bar bastante pintoresco que me había despertado interés y si eso me sucede no pierdo tiempo en visitarlo. Una vez afuera del local miraba la vieja fachada del edificio, tenía todos los aires de una casa antigua, debe ser de las primeras en la ciudad -pensé- ya que aun conservaba el estilo muy particular de los primeros arquitectos erradicados en la zona, terminaciones delicadas, pequeñas decoraciones sobre la puerta, todas muy típicas del estilo griego.
Una vez adentro quede realmente sorprendida o mas bien con cara de estúpida, si, efectivamente, ahí estaba ella en la ultima mesa al final de la habitación, con su cabello recogido, auriculares blancos sobre sus oídos, unos bellos lentes que encuadraban aquella concentrada mirada, leía un libro acompañada de una taza de café recién servida. No podía quedarme ahí sin hacer nada,era la oportunidad de mi vida, Como era posible que pudiera volver a encontrarla? Casi sin pensar encare hacia su mesa pero reaccione y me senté en una que se encontraba cerca, tenia que ver la manera de hablarle, llamar su atención o de que simplemente se percatara de mi presencia. Tenia que hacer algo.

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