Enseñar..

Se me pidió hacer una reflexión sobre mi "experiencia" como docente, y vengo a compartirla.

"La meta final de la verdadera educación es no sólo hacer que la gente haga lo que es correcto, sino que disfrute haciéndolo; no sólo formar personas trabajadoras, sino personas que amen el trabajo; no sólo individuos con conocimientos, sino con amor al conocimiento; no sólo seres puros, sino con amor a la pureza; no sólo personas justas, sino con hambre y sed de justicia."

- John Ruskin

La experiencia que vengo viviendo como auxiliar hace casi dos años, me obliga a retornar al pasado. Vuelvo a ver a esos profesores de “titulo” y no de profesión, que les complacía deshacer los sueños de su alumna promedio. Profesores que hoy me llevan a rebuscar dentro de esta profesión aquello que se les escapo.
A pesar de tener una mala educación por parte de algunos profesores, ellos me supieron enseñar cómo no debía ser en el futuro, y, aun así, peleando contra sus “predicciones” poco a poco fui demostrando mi potencial como humano, desde aprobar sus materias hasta tener un título universitario. Hoy soy Lic. En Diseño gráfico, profesión que me apasiona desde el primer día. Supe disfrutar mucho aquello de llevar la carrera al día, sin desaprobar materias, sin dejarlas para después. Quizás eso llevo a algunos de mis compañeros a preguntarme sobre algunos temas o pedirme explicaciones sobre cómo realizar ciertas producciones, sucesos que, junto a los antes mencionados, me hicieron pensar en la posibilidad de poder enseñar a otros.
Si bien, el ser auxiliar me ayudo a la hora de realizar las practicas, aun no pierdo esas cosquillas en el estómago antes de comenzar una clase, desde el momento de elegir algún tema musical que nos acompañe -que luego los alumnos lo amoldaran a su gusto- hasta el de decirle a los chicos que ya están “liberados” al final de la clase y ellos me respondan con sus clásicas risas.
Con respecto a los alumnos debo decir que los grupos con los que vengo trabajando hace ya dos años, son maravillosos, cada alumno tiene sus propias ocurrencias, humor, gusto y creatividad. No existe alumno que sea igual al otro y eso, es lo maravilloso de estos grupos. Creo que el hecho de tener una edad tan cercana a ellos fue lo que use como primer estrategia, para demostrarles poco a poco cómo se logra crecer dentro de la profesión, eliminando aquella barrera que como profesor a veces se crea. Desvanecer aquella idea de que soy alguna especie de súper humano que no se equivoca, mostrando mis viejos trabajos, haciendo algún chiste con respecto a mi personalidad, pero fomentando que la única forma de crecer es desde abajo, hacia arriba. Procurando día a día remarcar que nadie nació sabiendo, y que el error es parte del aprendizaje. Ayudando a superar el miedo al fracaso y así sacar todo su potencial, sin olvidar que con constancia y mucha practica se puede lograr grandes cosas.
El profesor con el que he trabajado todo este tiempo siempre me hizo sentir parte de la clase, dejando que ayudara a cada alumno con sus incertidumbres, tratándome como su igual y remarcando algunos errores que claro, todos podemos cometer. Dándome la oportunidad de tener mis espacios dentro de sus asignaturas, y otorgándome algunos segmentos que suele titularles como “La magia de Xiomara”, sin olvidar el espacio para realizar mis prácticas.
Considero que al trabajar con grupos tan diversos cada resultado es diferente, cada alumno recepciona mis clases a su manera. Aun así, con respecto a los comentarios que he recibido, estos han sido muy gratificantes ya que la relación que logre establecer con cada uno es casi de compañerismo.
-Estoy gozando con lo que aprendo en tus clases! gracias!
-Por primera vez siento que me gusta lo que estoy aprendiendo.
-Es la primera vez que le pongo tantas ganas a un ejercicio.
-Puedo decir que ahora se usar Illustrator.
-Hay algo que no sepas hacer?
-Xio, sos como el libro gordo de petete.
Las clases al principio eran muy estructuradas, casi como si estuviera dando un oral en la facultad, donde no podía titubear o equivocarme. Este año a la hora de realizar mis prácticas, simplemente fluyeron, si bien cada clase tenía una planificación antes pensada, no me molestaba que tomara rumbos diferentes a lo detallado en la hoja, siempre que los contenidos sean dados y el resultado de la clase sea gratificante para cada alumno.  Tuve la oportunidad, gracias al profesor, de ver como cada clase puede ser realmente diferente por cada grupo en el que la realizaba, ya que cada uno de los alumnos necesitaba de una estrategia o atención diferente.

Logre entender que aquello que habían perdido esos profesores de mi pasado, no solo era la pasión, si no también la empatía, el recordar que alguna vez también fueron alumnos con miles de trabas, que por la edad y el contexto en el que vivían, eran diversas. Algo de eso los llevo a volcar sus frustraciones en su alumna promedio, la cual soñaba despierta día a día con miles de metas. Hoy les digo gracias, porque me hicieron más fuerte de lo que esperaba, no lograron matar esos sueños (que de a poco voy cumpliendo) y me ayudaron a crearme metas demasiado gigantes para el cuerpo que tengo. Me dieron las herramientas para hoy poder enseñar a otros, no solo lo conceptual, si no a dar lo mejor de sí.  Debo agregar que tuvieron suerte, porque en el peor de los casos hubiesen criado al mismo monstruo que los llevo a ser tan nocivos, y dejar en el aula solo un cascaron vacío más, como lamentablemente muchas veces pasa.

Siendo que aún tengo 23 años, tengo mucho por aprender en el camino de la docencia.
Doy gracias el ser una persona que desea tanto aprender cómo enseñar.

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